El votante no recuerda los hechos políticos. Recuerda sus recuerdos. Y esos recuerdos no son una copia fiel de la realidad sino que son una construcción personal y social.”
En la vida política es muy común apelar a la memoria del electorado. Esa memoria suele jugar un papel importante, y a veces decisivo, en los procesos electorales.
Esa memoria es un jugador que opera desde dentro del cerebro del votante.
En silencio. En las sombras.
Implacablemente.
Sin embargo, ¿sabemos lo que es la memoria?
¿Cómo trabaja?
¿Cuales son sus leyes?
En realidad hay una gigantesca confusión respecto a la memoria humana. Un malentendido que suele volcarse también a la política y que es capaz de arruinar hasta la mejor campaña. Un error conceptual que termina costando muy caro a los candidatos.
La memoria no es una señora con una cámara fotográfica
A todos nos gusta creer que la memoria es simplemente el registro preciso de los hechos. De los hechos puros y duros, tal como ocurrieron.
Como si fuera una señora con una cámara fotográfica paseando dentro de nuestro cerebro.
Un hecho, un lugar, una persona. ¡Click! Se guarda la imagen.
Otro hecho. ¡Click! Al archivo.
Una cámara que también graba video.
Un discurso, una conversación. ¡Click! Guardado.
Una cámara casi surrealista que también graba olores, sensaciones, tacto, sentimientos…
Y todo se guarda, se archiva, se ordena.
Pues no.
No es así.
Nones.
La señora con la cámara fotográfica es un fraude. No existe.
No es así que funciona la memoria humana.
Todo lo sólido se desvanece en el aire
Vivimos un hecho. Un hecho real, sólido, contundente.
Lo percibimos.
Pero esa percepción es diferente del hecho mismo.
Que es la percepcion ??? Es una mirada sobre ese hecho. Una mirada que tendrá su propio ángulo, su propio enfoque, su propio color.
Una mirada que depende de las limitadas capacidades perceptivas humanas.
Una mirada que depende de la personalidad de cada uno, de sus prioridades, de sus ideas, de las situaciones que se viven, de las emociones que se presentan.
Una mirada que depende, además, de nuestros aprendizajes previos.
Lo que cada ser humano individual percibe, entonces, es una versión del hecho.
Su versión.
¿Guarda esa versión? Sí. La guarda.
¿Lo que guarda es idéntico a lo que percibió? No.
En realidad es como si el cerebro editara lo percibido y guardara esa versión editada. Entonces al guardar corta, elimina algunos elementos, agrega otros, une unos aspectos con otros…
¿Y qué pasa cuando un tiempo después recuerda el hecho por primera vez?
Pasa que no recuerda el hecho mismo. Tampoco la percepción exacta que tuvo. Sino que recuerda la versión editada de su percepción.
Recuerda su recuerdo.
Y al recordarlo vuelve a editarlo, a reordenarlo, a reinterpretarlo.
Su cerebro lo lee a la luz de la situación actual, de sus emociones presentes, del aquí y ahora.
Al recordarlo por primera vez, entonces, lo recrea.
Recuerda su recuerdo y lo reconstruye.
¿Y qué pasa luego a lo largo de su vida cada vez que vuelve a recordar ‘el hecho’?
Cada vez recuerda el recuerdo reconstruído la última vez.
Su memoria no le trae aquel hecho que una vez ocurrió. Tampoco le trae exactamente lo que percibió entonces. Tampoco le trae la primera edición que hizo su memoria al archivarlo.
No. Nada de eso.
Lo que le trae su memoria es la última edición que hizo el cerebro la última vez que tuvo ese recuerdo.
Ya ves que puede ser una versión más o menos cercana al hecho o muy muy pero muy lejana.
Sobre la fragilidad de la memoria política
Visto lo anterior, ¿le vas a pedir al elector un recuerdo fiel y exacto de hechos políticos a los que además ni siquiera prestó demasiada atención?
¿Vas a confiar en que ésto que ocurre hoy sea recordado fielmente dentro de 4 o 5 años?
La respuesta es obvia.
¿Y entonces?
Entonces debes partir de la base de que la memoria política también es una construcción, una recreación, una edición.
Y parte de tu acción política debería estar destinada a facilitar la construcción de la memoria política por parte del electorado.
Facilitarla con tu relato.
Construye tu relato y mantenlo vivo. Y apunta a que el elector siempre tenga fresco y cercano ese relato tuyo.
Tu memoria. Su memoria. Esa memoria colectiva que se va construyendo día a día.